A Molly, Dolly cry, cry*

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Había una vez una muñequita de cartón prensado que vivió hace mucho en el país del caramelo. A la muñequita le gustaba pasear por la calle donde siempre suena algo de The Who y beber nuevos bálsamos que la lleven a lugares tan remotos, en realidad, como la posibilidad de alcanzarlos.

A esta muñequita le encanta que le regalen violines y solos cerrados de violetas, porque nadie nunca le había regalado ninguna de las tres cosas... Le encantaría salir gritando por los campos una y otra vez la palabra esperpento ESPERPENTO, levantarse de un salto diciendo Here comes the sun! (y todo antes de enfrentarse al temido espejo...)


Un rano le dijo una vez que el miedo limita a las personas y hoy, por fin, ha derrotado a ambos: a la frase y a su mentor. 


La muñequita no tiene precio ni alma, pero siente tan adentro y calla, tanto... que uno nuna sabe de qué color elegirá su equipaje. La probre ha perdido ya el sentido común... "Siempre habrá algo", lo sabe, siempre hay algo, la llama nos persigue persigue pero a ella la consume hasta que alguna clase distinta de desierto se insinúa, fluye, y entonces es la muerte canta, canta...


Se va... La felicidad y la voz del silencio en aquel beso, el único que la apartó aquel día, que no la abandona nunca. 

El movimiento parece programado, qué tienes...




Piensa si fue ayer*
[4/7/2007]


Fotografía: Gary D. Tonhouse